Todos los días tomamos decisiones. Estamos decidiendo constantemente, a cada minuto, a cada segundo. En este post vamos a hablar del proceso de la toma de decisiones desde un punto de vista más complejo, sobre aquellas decisiones que requieren de un buen análisis previo.
Ya vimos en un post anterior los tipos de decisiones. Ahora vamos a ver cómo es el proceso de toma de decisiones.
Las decisiones que tomamos en el día a día las hacemos de manera más o menos rutinaria y casi inconscientemente. Pero, al fin y al cabo, son decisiones (tomar el café caliente o templado, coger el metro o el autobús para ir a trabajar, qué sabor de helado me tomaré en el postre…)
Pero en este post vamos a hablar del proceso de la toma de decisiones en su punto más complejo, de aquellas decisiones que tienen que ser tomadas con calma y pensándolas bien.
Decidir, en realidad, es algo más complejo que la mera selección de una alternativa entre varias. Decidir es todo un proceso que empieza por la mera identificación del problema a resolver y termina con la puesta en marcha de las medidas necesarias para resolverlo.
Veamos las fases del proceso de toma de decisiones:
1. Detección del problema y análisis del mismo: Es muy importante que, cuando nos surge un problema, hagamos un análisis en profundidad de las causas que han provocado el mismo. No hagas una mera lista enumerando dichas causas, se trata de determinar en profundidad las características que definen el problema a resolver y analizar las causas del mismo.
Por ejemplo, una de las cosas que más nos puede preocupar es que las ventas de nuestro negocio disminuyan. Si lo hacen, tendremos que analizar en profundidad si dicha disminución es debido a la calidad de nuestro producto, al precio, a problemas con la distribución, a cambios en los hábitos de los consumidores, etc. Si simplemente hiciéramos una lista en un papel con estas causas y ya está, no solucionaremos nada.
No obstante, nos puede ocurrir que no nos sea nada fácil hacer una buena identificación de las causas de un problema porque:
a) Nos falte información: Dado que la información es el elemento base de una decisión, no nos quedará otra que informarnos y profundizar si queremos dar con las causas del problema. Si disponemos de información, podremos identificar bien el problema y sus características para posteriormente, y como veremos a continuación, buscar alternativas de resolución y evaluarlas.
b) Apliquemos a los nuevos problemas esquemas mentales que ya tenemos predeterminados: Si cogemos la mala costumbre de ‘encasillar’ un problema nuevo en esquemas preconcebidos, no conseguiremos abordar el problema. Me gusta decir que en muchas ocasiones ‘cada problema es un mundo’, ten en cuenta que la mitad de una buena decisión es un buen planteamiento de partida en el que se recogerán los elementos más importantes del problema y la posible relación entre ellos.
Sobre este punto, quizá te interese el post que publiqué sobre la creatividad en los negocios.
2. Búsqueda de alternativas de resolución: Una vez que hemos identificado y diagnosticado bien el problema tenemos que buscar alternativas para resolverlo. Es positivo preparar varias alternativas de resolución habiendo contemplado para cada una de ellas su posible repercusión y resultado sobre el problema.
La mitad de una buena decisión es un buen planteamiento de partida
3. Evaluación de las alternativas de resolución planteadas: Ya tenemos preparadas varias posibles soluciones para nuestro problema, ahora tenemos que compararlas entre ellas, identificando las consecuencias que pueden esperarse de cada una de ellas y elegir la que mejor solución aporte.
Para elegir una de entre las diferentes alternativas que hayamos planteado, tendremos que tener claro un criterio de evaluación es decir, aquello sobre lo que vamos a basar nuestra elección de la alternativa (bajar/subir el precio de nuestro producto, mejorar su calidad, ampliar las zonas de reparto, etc.).
4. Elección de la alternativa: El criterio de evaluación que apliquemos y la elección de la alternativa que consideremos mejor para nuestro problema han de ser coherentes entre sí.
Por ejemplo, hemos detectado que nuestras ventas están bajando, y la causa de ello es que nuestros clientes nos están dejando de comprar en nuestra tienda porque nuestro reparto a domicilio no llega a su zona, así que prefieren comprar en la competencia que sí se lo lleva a casa. Pues bien, una decisión incoherente sería bajar el precio ¡aún bajando el precio esos clientes seguirán sin comprarnos!. La decisión coherente sería ampliar nuestras zonas de reparto.
5. Puesta en práctica de la alternativa elegida: Aquí termina el proceso de toma de decisiones. Una vez que hemos seleccionado la alternativa mejor según nuestro criterio de evaluación, hay que ponerla en práctica. Las decisiones tienen que traducirse en acciones.
Espero que este post te haya ayudado a entender un poco más el proceso de toma de decisiones. Espero vuestros comentarios.
Imagen: Freedigitalphotos
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